lunes, 25 de abril de 2011

Colosal olla de grillos

Nota introductoria:

"El que está más alto en la montaña de la observación y de la transformación de la realidad social, es aquel que valora en los hechos y en su justa medida todos los puntos de vista y trabajos diminutos de quienes nos encontramos en su base, tanto o más que el suyo propio. Por eso es que lo elevamos a dicho sitial".

O como se ha dicho desde una perspectiva moral, "El que quiera ser el mayor entre ustedes, deberá ser el más humilde".

Este principio es nuestro, de los que no poseemos medios de producción, sino sólo nuestra fuerza de trabajo en el sistema de producción actual. Pero toda pirámide nuestra tiene su antítesis, su pirámide contraria, que se rige también por el principio contrario: "El mayor es el que tiene más acciones o el que a acumulado más capital, pues su vista (en su concepción idealista del mundo) es mejor que la de los demás". Los más exagerados de estos dicen que "están inspirados y favorecidos directamente por Dios y su voluntad omnipotente, por eso tienen tanto" capital (es cosa de escuchar a Bush).

La cúspide de la pirámide de la clase burgueza en el mundo, se conforma de varias aristas. Sin lugar a dudas el Club Bilderberg y quienas están "detrás de sus bambalinas" son quizás la principal, Pero también el G-20, que agrupa a las economías más poderosas y emergentes del globo y otros grupos con sus respectivas siglas.

Observen en qué se ha convertido el intento del G-20 y otros para contener la crisis de su modelo imperialista neoliberal, que hace agua por todos lados, con aceleración creciente: EN UNA VERDADEAR OLLA DE GRILLOS (Lo escrito a continuación, fue editado en Novienbredel 2010, hace poco, pero conserva evidente acualidad).

En eso se ha convertido la reunión del G-20 iniciada ayer en Seúl, capital de la República de Corea.

¿Qué es el G-20?, se preguntarán muchos lectores saturados de siglas. Un engendro más del poderoso imperio y sus aliados más ricos que crearon el G-7: Estados Unidos, Japón, Alemania, Francia, Reino Unido, Italia y Canadá. Más adelante decidieron admitir a Rusia en el club que se llamó entonces G-8.

Con posterioridad se dignaron admitir a 5 importantes países emergentes: China, India, Brasil, México y Sudáfrica. El grupo se incrementó después con la admisión de varios países de la OCDE, otra sigla, Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económico: Australia, República de Corea y Turquía. Al grupo añadieron Arabia Saudita, Argentina e Indonesia, y sumaron 19. El vigésimo miembro del G-20 fue nada menos que la Unión Europea. Un país, España, ostenta desde este año 2010 la singular denominación de "invitado permanente".

Otra importante reunión de alto nivel internacional tiene lugar casi simultáneamente en Japón, la de APEC. Si los pacientes lectores suman al grupo anterior los siguientes países: Malasia, Brunei, Nueva Zelanda, Filipinas, Singapur, Tailandia, Hong Kong, Taipei de China, Papúa-Nueva Guinea, Chile, Perú y Vietnam; con importantes intercambios comerciales y todos bañados por las aguas del Pacífico, tienen lo que se llama APEC: Foro de Cooperación Económica Asia-Pacífico, el rompecabezas completo. Les faltaría solo el mapa; una laptop lo puede suministrar perfectamente.

En tales eventos internacionales se discuten los aspectos fundamentales de la economía y las finanzas del mundo. El Fondo Monetario Internacional y el Banco Mundial, con poder decisivo en los asuntos financieros, tienen su dueño: Estados Unidos.

Es importante recordar que al finalizar la Segunda Guerra Mundial, la industria y la agricultura de Estados Unidos estaban intactas; las de Europa Occidental, totalmente destruidas salvo excepciones como Suiza y Suecia; la URSS, materialmente arrasada y enormes pérdidas humanas que rebasaban los 25 millones de personas; Japón vencido, arruinado y ocupado. Alrededor del 80% de las reservas en oro del mundo habían pasado a Estados Unidos.

Entre el 1º y el 22 de julio de 1944, en un aislado aunque amplio y confortable hotel de Bretton Woods, pequeña localidad del estado de New Hampshire al noreste de Estados Unidos, se produjo la Conferencia Monetaria y Financiera de la recién creada Organización de Naciones Unidas.

Estados Unidos obtuvo el excepcional privilegio de convertir su papel moneda en divisa internacional, convertible en oro a la tasa fija de 35 dólares la onza Troy. Como la inmensa mayoría de los países depositan sus reservas de divisa en los propios bancos de Estados Unidos, lo cual equivale a un considerable préstamo al país más rico del mundo, la convertibilidad al menos establecía un tope a la impresión sin límites de papel moneda. Y al menos significaba una garantía para el valor de las reservas de los países depositadas en sus bancos.

Partiendo de ese enorme privilegio, y en tanto la emisión de billetes tenía el limitante de su convertibilidad en oro, el poderoso país acrecentaba su control sobre las riquezas del planeta.

Las aventuras militares de Estados Unidos en alianza con las antiguas potencias coloniales, en especial el Reino Unido, Francia, España, Bélgica, Holanda y la recién creada Alemania Occidental, lo condujeron a guerras y aventuras militares que pusieron en crisis el sistema monetario nacido en Bretton Woods.

En la época de la guerra genocida contra Vietnam, país en el que Estados Unidos estuvo a punto de emplear las armas nucleares, el Presidente norteamericano tomó la desvergonzada decisión unilateral de suspender la convertibilidad del dólar. Desde entonces la emisión del papel moneda no tuvo límites. De tal forma abusó de ese privilegio que el valor de la onza Troy de oro pasó de 35 dólares a cifras que han rebasado ya los 1 400 dólares, es decir, no menos de 40 veces el valor que mantuvo durante 27 años, hasta 1971 en que Richard Nixon adoptó la funesta decisión.

Lo peor de la actual crisis económica que hoy golpea a la sociedad norteamericana es que las medidas anticrisis de otros momentos de la historia del sistema capitalista imperialista de Estados Unidos no han logrado reanudar su marcha normal. Sumido en una deuda del Estado que se aproxima a los 14 millones de millones, es decir, tanto como el PIB de Estados Unidos, el déficit fiscal se mantiene; los enormes gastos para salvar los bancos y la reducción casi a cero de las tasas de interés apenas reducen por debajo de 10% el nivel de desempleo, ni el número de familias cuyas viviendas están siendo rematadas. Crecen los gigantescos presupuestos destinados a la defensa que superan a los del resto del mundo, y más grave todavía: los destinados a la guerra.

El Presidente de Estados Unidos, electo hace apenas dos años por uno de los partidos tradicionales, ha sufrido la mayor derrota que se recuerda en los últimos tres cuartos de siglo. En tal reacción se mezclan la frustración y el racismo.

El economista y escritor norteamericano William K. Black estampó una frase memorable: "La mejor forma de robar a un banco es ser su dueño". Los sectores más reaccionarios de Estados Unidos se afilan los dientes haciendo suya una idea que sería la antítesis de la de los bolcheviques en octubre de 1917: "Todo el poder para la extrema derecha de Estados Unidos".

Al parecer, el Gobierno de Estados Unidos con sus medidas tradicionales anticrisis, acudió a otra decisión desesperada: la Reserva Federal anunció que compraría 600 mil millones de dólares norteamericanos antes de la reunión del G-20.



El miércoles 10 de noviembre, una de las más importantes agencias de prensa de Estados Unidos informó:

"El presidente Barack Obama llegó a Corea del Sur para participar en reuniones de los 20 principales poderes económicos del mundo.

"Las tensiones sobre políticas monetarias e intereses comerciales se han hecho notar antes de la cumbre del Grupo de los 20. El ambiente ha quedado caldeado debido a una decisión de Estados Unidos de inundar su débil economía con 600.000 millones de dólares en efectivo. La maniobra ha enfurecido a líderes de alrededor del mundo.
"Obama, sin embargo, ha defendido la medida tomada por la Reserva Federal."
La misma agencia comunicó a la opinión mundial el 11 de noviembre:
"Un fuerte sentimiento de pesimismo envolvió el inicio de una cumbre económica de los principales países ricos y en desarrollo el jueves, a la que arribaron los líderes mundiales profundamente divididos sobre sus políticas monetarias y comerciales.

"Fundado en 1999 y elevado a nivel de cumbre hace dos años, el Grupo de los 20 (G-20, un foro que abarca a países desarrollados como Estados Unidos y Alemania, al igual que a gigantes emergentes como China y Brasil) se ha convertido en la pieza central de los esfuerzos gubernamentales para reactivar la economía global y evitar otro colapso financiero mundial..."

"Un fracaso de la Cumbre de Seúl tendría consecuencias graves. El riesgo es que los países procuren mantener sus divisas artificialmente bajas para darles a sus exportaciones una ventaja competitiva en los mercados mundiales y eso llevaría a una destructiva guerra comercial.

"Además, los países se verían tentados a colocar aranceles a las importaciones, una repetición de las políticas que agravaron la Gran Depresión de la década de 1930."

"Algunos países, como por ejemplo Estados Unidos, creen que la prioridad máxima es presionar a China para que permita la reevaluación de su moneda frente a otras divisas, de modo que se reduzcan los enormes superávit comerciales del gigante asiático con Washington al encarecer las exportaciones chinas y abaratar las importaciones estadounidenses.

"Otros países están furiosos por los planes de la Reserva Federal estadounidense de inyectar 600.000 millones de dólares frescos a la débil economía del país. Ven esa acción como una medida egoísta para llenar los mercados con dólares, disminuyendo así el valor del billete verde y dándoles a los exportadores estadounidenses una ventaja de precios injusta.

"Los países del G-20 [...] encuentran poco terreno común en el tema más molesto: qué se puede hacer con una economía mundial que depende de los enormes déficit comerciales de Estados Unidos con China, Alemania y Japón."

"El presidente de Brasil, Luiz Inácio Lula da Silva, advirtió el jueves que el mundo iría a la bancarrota si los países ricos recortan su consumo y tratan de obtener prosperidad sólo en base a las exportaciones."

"‘Si los países más ricos no están consumiendo y todos quieren propagar su economía con base en las exportaciones, el mundo irá a la quiebra porque no existe alguien que compre. Todo el mundo quiere vender’..."

"La cumbre comenzó con cierto pesimismo para Obama y el presidente surcoreano, Li Myung-bak, cuyos ministros no lograron llegar a un acuerdo sobre un tratado de libre comercio, estancado desde hace tiempo y del que había esperanzas para que se resolviera esta semana."

"Los mandatarios del G-20 se reunieron el jueves por la noche en el Museo Nacional de Corea en Seúl para la cena que marcó el inicio oficial de la cumbre."
"En las calles aledañas, varios miles de manifestantes protestaron contra el G-20 y el gobierno de Corea del Sur."

Hoy, jueves 12, la cumbre concluyó con una declaración de 20 puntos y 32 párrafos.
Como es de suponer el mundo no está constituido solo por 32 países en total que integran el G-20 o solo la APEC. Los 187 que votaron a favor de eliminar el bloqueo a Cuba frente a los dos que votaron por mantenerlo y los tres que se abstuvieron, suman 192. Para 160 de ellos no existe tribuna alguna donde hablar una palabra sobre el saqueo imperial de sus recursos y sus urgentes necesidades económicas. En Seúl la Organización de Naciones Unidas ni siquiera existe. ¿Esa benemérita institución no dirá siquiera una palabra?

En estos mismos días llegaron noticias verdaderamente dramáticas de Haití —donde un sismo mató en cuestión de minutos alrededor de 250 mil personas en enero de este año— a través de agencias europeas de noticias:

"Las autoridades haitianas advierten de la rapidez con que la epidemia de cólera se está extendiendo por la ciudad de Gonaives, en el norte de la isla. El alcalde de esta localidad costera, Pierreleus Saint-Justin, asegura haber enterrado personalmente a 31 personas el martes, a la espera de dar sepultura a otros 15 cadáveres.

"‘Otros podrían estar muriendo mientras hablamos’, ha declarado. [...] desde el 5 de noviembre se han inhumado 70 cuerpos solo en el núcleo urbano de Gonaives, pero ‘hay más gente que murió en áreas rurales’ cercanas a la ciudad."

"...la situación ‘se está volviendo catastrófica’ en Gonaives [...] las inundaciones causadas por el huracán ‘Tomás’ pueden hacer que empeore la situación."
"Las autoridades sanitarias de Haití elevaron el miércoles a 643 el balance de víctimas por la enfermedad en todo el país hasta el 8 de noviembre. El número de contagiados de cólera en el mismo período es de 9 971. Las emisoras de radio informan de que las cifras que se darán a conocer el viernes podrían hablar de incluso más de 700 muertos."

"... el Gobierno afirma ahora que la enfermedad está incidiendo gravemente en la población de Puerto Príncipe y amenaza los suburbios de la capital, donde más de un millón de personas continúan viviendo en tiendas de campaña desde el terremoto del 12 de enero."

Hoy los despachos cablegráficos hablaban de 796 muertos y 12 303 personas afectadas.

Más de 3 millones de habitantes están amenazados, muchos de ellos viviendo en tiendas de campaña y en las ruinas que dejó el terremoto, sin agua potable.
La principal agencia norteamericana informó ayer:

"La primera parte del Fondo Estadounidense de Reconstrucción para Haití está en camino, más de siete meses después de haber sido prometido para ayudar a la reconstrucción del país luego del devastador terremoto de enero."
"... transferirá en los próximos días 120 millones de dólares —aproximadamente una décima parte de la cantidad total prometida— al Fondo de Reconstrucción de Haití manejado por el Banco Mundial, dijo P. J. Crowley, vocero del Departamento de Estado."

"Un asistente del Departamento de Estado dijo que el dinero destinado al fondo será utilizado en retiro de escombros, vivienda, crédito, apoyo al plan de reforma educativa del Banco Interamericano de Desarrollo y para apoyar el presupuesto del gobierno haitiano."

De la epidemia de cólera, una enfermedad que ya afectó durante años a muchos países de Suramérica, y puede extenderse por el Caribe y otras partes de nuestro hemisferio, no se dice una palabra.


FC.

viernes, 8 de abril de 2011

En EEUU millones padecen HAMBRE

Aquí millones padecen hambre. No estamos hablando de Haití, ni de países africanos, ni asiáticos, ni de las favelas sudamericanas, sino del extraordinario hecho de que en el país más rico del mundo, con el sector agrario más productivo, millones sufren de lo que se llama inseguridad alimentaria, o lo que en cristiano se traduce como no saber de dónde provendrá la próxima comida.

En Estados Unidos se permite —sin que sea escándalo nacional— que los niños no tengan lo suficiente para comer. El programa nacional de televisión de CBS News, 60 Minutes, mostró recientemente las caras y las historias de familias sin techo, cuyos hijos hablaron de lo que sienten cuando no comen lo suficiente. Más de 16 millones de menores de edad viven en la pobreza —dos millones más que antes de la crisis económica que estalló en el 2007— y se registra que es el desplome de la clase media ocurrido más rápido desde que el gobierno empezó a medirlos hace medio siglo, informa CBS News.

Muchas familias cuentan a CBS que jamás se imaginaron quedarse sin casa o sin suficientes alimentos para sus hijos, ya que gozaban de una vida de clase media. Con la crisis, todo se esfumó.

Un 16,6 % de los estadounidenses —o sea, más de uno de cada seis— sufrieron inseguridad alimentaria en algún momento del 2009, según las cifras más recientes del censo analizadas por Feeding America, la organización más grande del país dedicada a apoyar a los afectados por esta situación, en su informe reciente Map the Meal Gap (http://feedingamerica.org/).

De hecho, esta organización informa que hoy día ofrece sus servicios de apoyo a 37 millones de estadounidenses, entre ellos 14 millones de niños, un incremento del 46 % comparado con el 2006.

Hasta en la capital del país más poderoso del mundo hay cada vez más hambre. En la zona metropolitana de Washington y en los condados colindantes más de 400 000 residentes sufrieron periodos de hambre durante la recesión, según el informe reciente de Feeding America y su análisis por The Washington Post. Millones más en cada parte del país, tanto en zonas ricas como marginadas, también registraron cifras crecientes de hambre.

"Ha habido momentos en los que no he comido para que mis hijos tengan más que comer. Soy adulta, lo puedo hacer. Puedo beber agua o comerme un pedazo de pan. Pero uno no quiere que sus hijos lleguen a decir ‘mamá, tengo hambre’ una hora después de que han comido", dijo al Post Anita Emerson, madre soltera de 46 años. Estas historias se repiten a lo largo del país.

¿Y cuál es la respuesta del gobierno? Propone reducir la asistencia alimentaria a los necesitados, promover más recortes al gasto social y reducir impuestos a los ingresos de los millonarios.

Mark Bittman, crítico de gastronomía del New York Times, anunció el lunes pasado que se sumaba a un ayuno de una semana con unas 4 000 personas por todo el país, cuyo propósito es llamar la atención pública sobre las propuestas del Congreso de reducir severamente los programas de asistencia para los pobres y para los que padecen hambre en este país.

"Estos recortes, supuestamente para reducir el déficit —apenas serían una ranura— causarán en verdad que más personas mueran de hambre, vayan a la cama con hambre o vivan más miserablemente que ahora. Y la propuesta de ley incrementará el gasto en defensa", explicó. Esto, dijo, ante varias ironías: en el 2010, las ganancias empresariales crecieron a la tasa más rápida desde 1950, mientras se estableció un récord en el número de personas que dependen de la asistencia federal para comer.
Agregó que los 400 estadounidenses más ricos tienen más riqueza que la mitad de los hogares del país combinados, mientras el 45 % de los estadounidenses gastan un tercio de sus ingresos en alimento y aun así no les alcanza, y uno de cada cuatro niños duerme con hambre en este país, por lo menos por periodos.

Bittman afirma: Necesitamos juntarnos e insistir en que nuestros recursos colectivos sean utilizados para el bienestar colectivo, no para los mil, ni para el millón de estadounidenses más ricos, sino para la vasta mayoría de nosotros en Estados Unidos y, de hecho, para los ciudadanos del mundo que tienen dificultades para satisfacer sus necesidades. O para alimentar a sus hijos.Pero, al parecer, el hambre no está entre las prioridades de las cúpulas políticas o económicas de este país. Aparentemente, la inseguridad alimentaria no es asunto que se considere de seguridad nacional.

(Tomado de La Jornada, de México)

Jugando con el planeta

Traducido del inglés para Rebelión por Germán Leyens


Las consecuencias del terremoto japonés –especialmente la continua crisis en la planta de energía nuclear en Fukushima– tienen resonancias sombrías para observadores del crash financiero estadounidense que precipitó la Gran Recesión. Ambos eventos proveen duras lecciones sobre riesgos, y sobre las dificultades que enfrentan mercados y sociedades para controlarlos.

Por supuesto en cierto sentido no hay comparación entre la tragedia del terremoto –que ha dejado más de 25.000 personas muertas o desaparecidas– y la crisis financiera, a la cual no se puede atribuir un sufrimiento físico tan agudo. Pero cuando se trata de la fusión nuclear accidental en Fukushima, hay un tema común en los dos sucesos.

Expertos tanto en la industria nuclear como en la financiera nos aseguraron que la nueva tecnología prácticamente había eliminado el riesgo de una catástrofe. Los sucesos han demostrado que se equivocaban: no sólo existen los riesgos, sino que sus consecuencias son tan catastróficas que borran fácilmente todos los supuestos beneficios de los sistemas promovidos por los dirigentes de la industria.

Antes de la Gran Recesión, los gurús económicos de EE.UU. –desde el jefe de la Reserva Federal a los titanes de las finanzas– alardearon que habían aprendido a controlar el riesgo. Instrumentos financieros “innovadores” como los derivados y los seguros de riesgo de la deuda posibilitaban la distribución del riesgo a través de la economía. Ahora sabemos que no sólo engañaron al resto de la sociedad, sino también a sí mismos.

Resulta que esos magos de las finanzas no comprendían las complejidades del riesgo, y menos aún los peligros planteados por “fat-tail distributions” [distribución con grandes variaciones por valores altos en extremos] -un término estadístico para eventos raros con inmensas consecuencias-, también llamados a veces “cisnes negros”. Eventos que supuestamente ocurren sólo una vez en un siglo –o incluso una vez en la vida del universo– parecían ocurrir cada diez años. Peor aún, no sólo se subestimó ampliamente la frecuencia de esos eventos; lo mismo sucedió con el daño astronómico que causarían, como las fusiones nucleares accidentales que acosan continuamente a la industria nuclear.

La investigación en la economía y la psicología nos ayuda a comprender por qué nuestro trabajo en el control de esos riesgos es tan deficiente. Tenemos poca base empírica para juzgar eventos raros, de modo que cuesta hacer buenos cálculos. En tales circunstancias, pueden entrar más en juego ilusiones vanas: podríamos tener pocos incentivos para pensar intensamente. Al contrario, cuando otros soportan los costes de los errores, los incentivos favorecen el autoengaño. Un sistema que socializa las pérdidas y privatiza los beneficios está condenado a administrar mal el riesgo.

Por cierto, todo el sector financiero abundaba en problemas institucionales y externalidades. Las agencias de calificación crediticia tenían incentivos para dar buenas calificaciones a los valores de alto riesgo producidos por los bancos de inversión que les pagaban. Los originadores de hipotecas no soportaban consecuencias por su irresponsabilidad, e incluso los que estaban involucrados en préstamos depredadores o creaban y mercadeaban valores que estaban hechos para perder lo hacían de maneras que los aislaban del procesamiento civil y criminal.

Esto nos lleva a la pregunta siguiente: ¿podemos esperar otros “cisnes negros” que estén al acecho? Desgraciadamente, es muy probable que algunos de los riesgos verdaderamente grandes que enfrentamos actualmente ni siquiera sean eventos raros. La buena noticia es que tales riesgos pueden controlarse a poco o ningún coste. La mala noticia es que hacerlo se enfrenta a una fuert eoposición política, porque existe gente que se beneficia con el statu quo.

Hemos visto dos de los grandes riesgos en los últimos años, pero hemos hecho poco por controlarlos. Según algunos puntos de vista, la forma en que se manejó la última crisis puede haber aumentado el riesgo de una futura catástrofe financiera.
Bancos demasiado grandes para quebrar, y los mercados en los que participan, saben ahora que pueden esperar un rescate si enfrentan problemas. Como resultado de este “peligro moral”, esos bancos pueden pedir prestado en condiciones favorables, recibiendo una ventaja competitiva basada no en mayor rendimiento sino en fuerza política. Mientras algunos de los excesos en la toma de riesgos se han limitado, continúan los préstamos depredadores y el comercio no regulado en derivados tenebrosos no controlados. Las estructuras de incentivos que alientan la toma exagerada de riesgos siguen virtualmente sin cambios.

Por lo tanto, mientras Alemania cierra sus reactores nucleares más antiguos, en EE.UU. y otros sitios,incluso siguen operando plantas que tienen el mismo diseño defectuoso que Fukushima. La existencia misma de la industria nuclear depende de subsidios públicos ocultos –costes con los que corre la sociedad en el evento de desastre nuclear, así como los costes de la eliminación todavía sin solucionar de los desechos nucleares. ¡Basta de capitalismo irrestricto!

Para el planeta, existe otro riesgo más, que, como los otros dos es casi una certeza: el calentamiento global y el cambio climático. Si hubiera otros planetas a los cuales pudiéramos partir a poco coste en caso del resultado casi seguro predicho por los científicos, se podría argumentar que vale la pena tomar ese riesgo. Pero no existen, por lo tanto no existe esa posibilidad.

Los costes de reducir emisiones palidecen en comparación con los posibles riesgos que enfrenta el mundo. Y eso vale incluso si excluimos la opción nuclear (cuyos costes siempre se han subestimado). Sin duda, las compañías carboneras y petroleras sufrirían, y los grandes contaminadores –como EE.UU.– obviamente pagarían un precio mayor que los que tienen un estilo de vida menos derrochador.

A fin de cuentas, los que juegan en Las Vegas pierden más de lo que ganan. Como sociedad estamos jugando –con nuestros grandes bancos, con nuestras instalaciones de energía nuclear– con nuestro planeta. Como en Las Vegas, los pocos afortunados –los banqueros– ponen en peligro nuestra economía y los propietarios de las compañías energéticas que ponen en peligro nuestro planeta podrán terminar con una fortuna en sus manos. Pero es casi seguro que como término medio perderemos, como sociedad, como todos los jugadores.

Es, desgraciadamente, una lección del desastre en Japón que seguimos ignorando por nuestra propia cuenta y riesgo.


Joseph E. Stiglitz es profesor universitario en la Universidad Columbia y Premio Nobel de Economía. Su último libro: Freefall: Free Markets and the Sinking of the Global Economy, [CAIDA LIBRE: EL LIBRE MERCADO Y EL HUNDIMIENTO DE LA ECONOMIA MUNDIAL] existe en francés, alemán, japonés y español.