jueves, 5 de mayo de 2011

LA ESCALADA HACIA EL CAOS NEOLIBERAL, A ROMPER LA ENCRUCIJADA DE NUESTRA ESPECIE

Los hechos que se precipitan, en la agonía vertiginosa e inevitable del sistema neoliberal, con mayor velocidad de lo que la atención individual puede alcanzar, nos obligan a actuar con mayor sentido preventivo, con más celeridad.

De las permanentes amenazas de guerra preventiva que el imperio y sus aliados vociferan por los medios de comunicación que poseen en casi su totalidad, muchos de ellas preámbulos o distractores de acciones de guerra y terrorismo inusitado por parte de los imperialistas en otras latitudes, se deduce que el fin del modelito fetichista está más cerca de lo esperado.

Hasta el tardío anuncio del asesinato de Bin Laden despierta las emociones de cientos de miles de habitantes del planeta que por uno u otro motivo, consciente o intuitivamente, perciben el dramatismo del momento histórico que vive la especie humana y, en algunos de ellos, despierta la responsabilidad que les asiste ante tan incierto futuro, una verdadera encrucijada.

Nunca antes en la historia humana el hombre había sido testigo y había vivido en carne propia los miedos y terrores que hoy se viven. Nunca antes, tantos individuos comenzamos a vislumbrar la posibilidad de desaparecer como especie, por la propia acción de un sector de la humanidad que ha llegado al punto de ser capaces de provocar la hecatombe suicida. La explosión es inevitable dada la ley dialéctica del desarrollo, pero aparece tan potente y violenta que para algunos parece ser el fin de la historia y para otros un cambio de época: el fin de la prehistoria humana.

Ante esta percepción consciente o intuitiva se ordenan dos mundos entre los anti o no imperialistas: el mundo de los que producto de la conciencia adquirida asumen una inevitable y rigurosa responsabilidad que intenta anticipar y controlar el caos y el mundo de aquellos que se entregan al existencialismo sin visión de futuro, al lumpen, a la farándula, a la aventurerismo, a la depresión nihilista y a la esperanza virtual del después de la muerte, como si enfrentaran los últimos minutos de la existencia humana, el fin de los tiempos planteados por los míticos análisis de los jesuitas del primer siglo y otros, pero sin esperanza.

La terrible amenaza a la que se ha expuesto el occidente imperial, al desatar sus prácticas terroristas internacionales, torturando y matando gente inocente, como en Hiroshima y Nagasaki, en Irak, Afganistán, Libia, Pakistán y en muchos rincones del planeta, han dado origen a su vez, a respuestas terroristas letales realizadas por los atacados o por los mismos atacantes, que podrían colocar en riesgo la vida del pueblo estadounidense y del pueblo europeo. La respuestas y contra respuestas, irracionales e ilegales, de los líderes políticos de estos imperios, colocan en riesgo la existencia de toda la especie.

Esta escalada acelerada de exclusión, saqueo, violencia, tortura, asesinatos de inocentes y de culpables sin juicio, violaciones de todo tipo, violación de la soberanía de los pueblos y de los derechos humanos en todos los rincones, sólo se detendrá con el cambio revolucionario del sistema capitalista neoliberal actual. El que piense que habrá un despertar racional de los burgueses imperialistas que atenuará, en un proceso casi eterno de reformas y contra reformas, la revolución inminente del actual sistema, es un utópico, un hombre con buenos deseos, pero desligado de la realidad.

Lo que sí debemos detener son los intentos terroristas y las guerras imperiales que nos conducirían a dicha muerte, pero en ningún caso detener o atenuar la lucha por la transformación del modelo que origina dicho terror y caos, por la transformación de las relaciones de producción y del modelo de desarrollo, que debe ser reemplazado por un sistema democrático-socialista. La encrucijada se rompe sólo con esta salida.

Para ello, los "hombres de buena voluntad" que tienen en sus manos las armas deben llegar a ser conscientes lo antes posible de esta realidad, de modo que al recibir la orden del suicidio, opten por salvar la especie. Los que ya han adquirido dicha conciencia deben asumir desde ahora la responsabilidad de anticipar dichas pretensiones suicidas, levantar la alternativa política democrático socialista, defender la humanidad y sus ecosistemas, trabajar por la paz internacional y por hacerse cargo de la dirección de los asuntos políticos, económicos y sociales, en suma del poder, en compañía del pueblo movilizado, en todos los rincones del planeta y en consideración de todos los asuntos particulares y específicos que afectan a la humanidad, principalmente el hambre, las enfermedades, la miseria y la locura nihilista.

LB.

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